Salimos de la casa y tomamos la micro. Nos íbamos a juntar en la estación, para que al subirnos al metro, el destino nos llevara donde quisiera.
Queríamos fotografiar el centro, descubrir lugares interesantes y llevarnos a casa una aventura más, de todas aquellas que hacen de nuestras vidas algo más.
Sin embargo, resultó que quien nos llevo de paseo ese día no fue el metro sino que nuestra propia imaginación.
En las afueras de la estación, los juegos infantiles de una plaza sirvieron de escenario para que jugáramos. Para que jugáramos a protagonizar nuestras propias fotos.
El lugar era nuestro, al menos por ese rato en el cual, a pesar de las miradas de las madres con sus hijos esperando a que nos fuéramos, nos dimos cuenta de que nada puede importarnos mientras lo estemos pasando bien.